viernes, 30 de abril de 2010

domingo, 18 de abril de 2010

Más móviles que retretes

Juan Torres López
Según un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas (Greater Access to Cell Phones than Toilets in India), en India hay una media de un móvil por cada dos personas pero solo una de cada tres puede hacer sus necesidades con dignidad en un servicio: hay más móviles que retretes.
Muchas personas, normales y corrientes y grandes economistas y políticos influyentes siguen pensando que eso es una consecuencia de la "soberanía del consumidor" que gobierna el "libre mercado": se fabrican más móviles, dirán, porque hay más demanda de ellos que de retretes y gracias a ello la economía va mejor porque se aprovechan mejor los costes y se obtienen más beneficios.
A mí, por el contrario, me parece que ese criterio es completamente falso sabiendo que la falta de agua corriente y de sanitarios decentes ha provocado la muerte de 4,5 millones de niños en los tres últimos años.
¿Qué ocurre, que estos niños o sus padres y hermanos no tienen necesidad de agua limpia y por eso no la demandan? 
¿No será que, por mucho que la reclamen, su demanda no la va a satisfacer el mercado porque no tienen dinero para comprarlos?
Es por eso que yo creo que el mercado es un mecanismo incapaz de satisfacer las necesidades sociales. Sólo satisface las de quienes tienen dinero y como los que no tienen se van quedando fuera del consumo, van aumentando las desigualdades de origen que hay en la sociedad.
Dejar la provisión de los bienes básicos al mercado es lo que hace que haya cientos de millones de personas insatisfechas. Es lo que provoca que cada día mueran más de 30.000 personas de hambre y más de 5.000 por falta de agua limpia.
Los defensores del "libre" mercado me responderán que eso es inevitable porque si no hay dinero para comprar no se podría fabricar nada puesto que los productores no podrían recuperar su inversión. Me dirán que como hay compradores suficientes para tantos móviles, se produce un número tan elevado de ellos, y no de retretes para los pobres, aunque gracias a eso muchos de estos últimos podrán trabajar así en su producción.
Pero también eso es un argumento con trampa porque sólo tiene en cuenta los costes privados de producir y los ingresos privados de las ventas. Según el mismo estudio, cada dólar dedicado a producir retretes para los pobres proporciona un retorno de 34 dólares en forma de incremento de la productividad y de ahorro de costes asociados producido al disminuir la pobreza y mejorar la salud (y eso sin contar el beneficio inmaterial de evitar la muerte y la miseria). Es decir, 34 dólares de beneficio que los productores de retretes no toman en cuenta porque no llegan a sus bolsillos. 
Los productores solo computan el ingreso directo de sus ventas y por eso producen menos retretes de los que en realidad corresponderían al volumen de beneficios (privados + sociales) que generan.
Eso indica que el mercado ni siquiera es eficiente en términos de costes e ingresos porque sólo cuenta los beneficios o pérdidas privados pero no los totales que se producen en el conjunto de la economía y la sociedad.
Por eso, y en contra de lo que se dice, la verdad es que el capitalismo no sirve para producir mucho de todo. Por un lado se derrocha, porque se produce más de lo necesario en aquellos bienes que tienen detrás mucha gente con dinero para comprarlos. Y por otro, se produce demasiado poco de lo que tiene más beneficios sociales que privados o de lo que está dedicado a satisfacer las necesidades de los más pobres.
En India, como en los demás países, habrá miles de personas con dos o tres móviles y cada día se tirarán miles de ellos, y al mismo tiempo habrá muchos más sin ninguno y además sin retretes. Así ocurre en Estados Unidos, en donde cada día se tiran 700 millones de kilos de basura, 275 millones de bolsas de plástico y más de 400.000 móviles.
La realidad es que en el capitalismo que deja la producción de lo necesario en manos del mercado se produce menos de lo que de verdad necesitan los seres humanos: el mercado y el capitalismo son unos auténticos productores de escasez.
La idea de que el capitalismo es la abundancia es una mentira: es el despilfarro en unos productos y la escasez en la mayoría: basta ver las estadísticas mundiales o simplemente un poquito más lejos de nuestro alrededor de consumidores privilegiados. Así, el 20% más pobre de la población mundial consume menos del 1,5% del consumo total, el 5% de la carne, el 5% de la energía el 1,5% de las líneas telefónicas, el 1,1% del papel y el 1% de los vehículos, mientras que el 20% más rico del planeta consume el 85% del consumo total, el 45% de la carne, el 58% de la energía, el 74% de las líneas telefónicas, el 84% del papel y el 87% de los vehículos. Según las Naciones Unidas, una de cada cinco personas en el mundo no llega a consumir 20 litros de agua al día (y cuando lo hace está contaminada) cuando al menos se necesitan unos 50 litros, mientras que en países como España cada persona consume una media de 171 litros por persona, 40 o 50 de los cuales se gastan solo tirando de la cadena en los retretes. En Europa unos 200, y en Estados Unidos casi 700 litros.
Yo creo que hay que ser muy ingenuo para creerse estas milongas del mercado libre y de la soberanía del consumidor pero como no se piensa con la propia cabeza sino con la de los listos que se inventan los cuentos, la gente se las termina creyendo. Y así nos va, dedicando los recursos a hacer que la gente con dinero cambie de móvil cada dos por tres mientras dejamos sin agua o alimentos básicos a miles de millones de personas. Aunque eso sí, oyendo a cada momento que el mercado es la solución de todos nuestros problemas.


viernes, 16 de abril de 2010

Día mundial por la supresión de los paraísos fiscales

15 Abril 2010
ATTAC España
La reciente crisis financiera ha puesto de manifiesto una vez más el papel pernicioso que tienen los paraísos fiscales dentro de la economía mundial. De nuevo hemos podido observar que no se trata de un simple elemento más de la actual configuración económica, sino que por el contrario hablamos de un instrumento clave para el mantenimiento de un modelo de desarrollo que mundialmente se ha convenido en llamar “neoliberal”.
Los paraísos fiscales agravan las crisis financieras y contribuyen a su gestación, aumentando la inestabilidad financiera y sus efectos; son un instrumento que agudiza las desigualdades y la pobreza, distorsionando los sistemas fiscales de todos los países y privando a los mismos de los ingresos necesarios para mantener niveles adecuados de servicios públicos; permiten y protegen la delincuencia financiera, gracias a su alto grado de opacidad y su laxa normativa financiera; y socavan las democracias, al condicionar el comportamiento de los países en materia de política económica y ser el espacio preferido para el uso de instrumentos y operaciones financieras que han incrementado cuantitativa y cualitativamente el poder de las finanzas en detrimento tanto de la economía real como de los Estados y sus democracias.
En el curso de la reciente crisis, y estando los paraísos fiscales en el centro de las críticas, los gobernantes mundiales han lanzado ambiciosas y mediáticas promesas en lo que se refiere a la lucha contra los paraísos fiscales. Hasta el momento, sin embargo, tales promesas no tienen visos de materializarse de forma satisfactoria.
La lucha contra los paraísos fiscales exige una contundencia mucho mayor, mientras que paralelamente requiere una definición mucho más precisa y amplia acerca de lo que son realmente estos refugios fiscales que la mantenida actualmente por los principales organismos internacionales.
Junto con el establecimiento de impuestos a las transacciones especulativas de capital, la supresión de los paraísos fiscales constituye una de las señas de identidad inconfundibles de ATTAC. Por esta misma razón ATTAC propone en este comunicado el establecimiento del “Día Mundial por la supresión de los Paraísos Fiscales” para el día 20 de Junio, día en que se reúnen los dirigentes del G 20 en Canadá, los países que más uso hacen de ellos, por lo que llamamos a la sociedad civil mundial a que se manifieste este día públicamente exigiendo la eliminación sin paliativos de los mismos.
Los objetivos perseguidos serían los siguientes:
1. Recordar la existencia de los “paraísos fiscales” a la opinión pública mundial.
2. Informar y sensibilizar a la ciudadanía sobre esta lacra internacional.
3. Movilizar a la opinión pública con el objetivo de presionar a los partidos, gobiernos e instituciones políticas internacionales de cara a su supresión absoluta.
4. Denunciar y hacer pública una lista completa y precisa de los paraísos fiscales existentes, dónde están radicados y el papel que juega cada uno de ellos en la economía mundial.
5. Denunciar y hacer públicos los nombres de las empresas y personas que hagan uso de dichos espacios financieros.

domingo, 4 de abril de 2010

La cuestión social

Ignacio Ramonet 

Bajo el lema “¡Alto a la miseria!”, la Unión Europea (UE) ha declarado 2010 “Año de la pobreza y de la exclusión social”. Y es que ya hay, en la Europa de los Veintisiete, unos 85 millones de pobres (1)… Un europeo de cada seis sobrevive en la penuria (2). Y la situación se sigue degradando a medida que se extiende la onda expansiva de la crisis. La cuestión social vuelve a colocarse en el corazón del debate. La ira popular se manifiesta contra los Planes de austeridad en Grecia, Portugal, España, Irlanda, etc. Las huelgas y las protestas violentas se multiplican. Muchos ciudadanos expresan también un rechazo a la oferta política (crece la abstención y el voto en blanco) o una adhesión a diversos fanatismos (sube la extrema derecha y la xenofobia). Porque la pobreza y la desesperación social ponen en crisis al propio sistema democrático. ¿Asistiremos a una explosiva primavera del descontento europeo?
En España, el 20% de la población, o sea unos diez millones de personas, se hallan ya en la pobreza (3). Con casos particularmente indignantes como el de los hijos de extracomunitarios (más de la mitad de ellos viven en la indigencia), y el de las “personas sin hogar”, nivel máximo de exclusión social (4). Hay más de 30.000 personas sin hogar (en Europa, cerca de medio millón). Centenares de ellas, cada invierno, mueren en la calle…
¿Quiénes son esos pobres de hoy? Campesinos explotados por las grandes distribuidoras, jubilados aislados, mujeres solas con hijos, jóvenes con empleos basura, parejas con hijos viviendo con un único sueldo, y obviamente la gran cohorte de activos que la crisis acaba de dejar sin empleo. Jamás hubo en la UE tantos parados: 23 millones (cinco más que hace un año). Lo peor es que la violencia del desempleo golpea sobre todo a los menores de 25 años. En materia de paro juvenil, España ostenta la tasa más catastrófica de Europa: 44,5% (la media europea: 20%).
Si la cuestión social se plantea hoy de modo tan espinoso es porque coincide con la crisis del Estado de bienestar. Desde los años 1970, con el auge de la globalización económica, salimos del capitalismo industrial para adentrarnos en una era de capitalismo salvaje cuya dinámica profunda es la desocialización, la destrucción del contrato social. Por eso se están respetando tan poco los conceptos de solidaridad y de justicia social.
La transformación principal se ha producido en el ámbito de la organización del trabajo. El estatuto profesional de los asalariados se ha degradado. En un contexto caracterizado por el desempleo masivo, la precariedad deja de ser un “mal momento transitorio” mientras se encuentra un empleo fijo, y se convierte en un estado permanente. Lo que el sociólogo francés Robert Castel llama: el “precariado” (5), una nueva condición infrasalarial que se ha extendido por toda Europa. En Portugal, por ejemplo, un asalariado de cada cinco tiene ya un contrato llamado “recibo verde”. Aunque trabaje desde hace años en la misma oficina o la misma fábrica, con horarios fijos, su patrón es un simple cliente al que factura un servicio y quien puede, de la noche a la mañana, sin ninguna indemnización, romper el contrato.
Semejante degradación del estatuto de asalariado agrava las desigualdades porque excluye de hecho a un número cada vez mayor de personas (sobre todo jóvenes) del sistema de protección del Estado de bienestar. Las aísla, las margina, las rompe. ¿Cuántos suicidios de trabajadores en su lugar mismo de trabajo? Abandonados a sí mismos, en feroz competencia de todos contra todos, los individuos viven en una especie de jungla. Lo cual desconcierta a muchos sindicatos, otrora poderosos, y tentados hoy de colaborar con las patronales.
La eficacia económica se ha convertido en la preocupación central de las empresas, que descargan sobre el Estado sus obligaciones de solidaridad. A su vez, el Estado desvía estos imperativos hacia las Organizaciones no gubernamentales (ONG) o las redes humanitarias privadas. De ese modo, lo económico y lo social se van alejando permanentemente el uno del otro. Y el contraste entre los dos resulta cada vez más escandaloso.
Por ejemplo, en España, mientras el número de parados alcanzaba en 2009 la cifra de 4,5 millones (3,1 millones en 2008), las empresas cotizadas en Bolsa repartían 32.300 millones de euros a sus accionistas (19% más que en 2008). El año pasado, los beneficios de los diez principales bancos europeos superaron los 50.000 millones de euros… En un continente castigado por la peor recesión desde 1929… ¿Cómo es posible? Porque a partir de la crisis del otoño de 2008, los Bancos centrales prestaron masivamente, con tipos de interés mínimos, a la banca privada. Ésta utilizó ese dinero barato para prestar a su vez, con tipos más elevados, a las familias, a las empresas… y a los propios Estados. Así ganó esas millonadas. Ahora, la deuda soberana alcanza niveles excepcionales en varios países -Grecia, Irlanda, Portugal, España…- cuyos gobiernos han tenido que imponer drásticos Planes de austeridad a sus ciudadanos para satisfacer las exigencias de los actores financieros… causantes de la crisis del 2008. Una desvergüenza que exaspera y enfurece a millones de asalariados europeos.
Los ricos siguen enriqueciéndose mientras crece el número de personas sin empleo o en la precariedad, con un poder adquisitivo más reducido, en condiciones de trabajo degradadas, soportando la violencia física y simbólica de unas relaciones sociales endurecidas en una sociedad cada vez menos cohesionada. ¿Cuánto aguantará el hastío popular? ¿Acaso no advirtió el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), el pasado 17 de marzo, que si no se reforma el sistema financiero “habrá revuelta social”?
Notas:
(1) Es “pobre” la personas que vive con menos del 50% de la Renta media disponible neta (Rdn) del país correspondiente. En España, el ingreso medio mensual se sitúa en torno a los mil euros.
(2) Cf. The Social Situation in the European Union 2007, Bruselas, 2008 (http://ec.europa.eu/ employment_social/spsi/reports_social_situation_fr.htm).
(3) Léase Informe de la Inclusion social en España, Fundació Un sol mon, Caixa Catalunya, Barcelona, 2008.
(4) Consúltese: www.enredpsh.org
(5) Robert Castel, La Metamorfosis de la cuestión social, Paidós, Barcelona, 1997.

Publicado en Le Monde diplomatique