jueves, 30 de diciembre de 2010

El baile de los vampiros

Cándido Méndez*

Retrasar la edad de jubilación y debilitar la negociación colectiva no va a frenar la histeria especulativa. Como no la frenó la reforma laboral. Estas ofrendas solo son recortes de derechos en beneficio de unos cuantos.
Hace algunos meses me preguntaron en una entrevista que hice para una prestigiosa revista de música si había visto Crepúsculo; contesté que prefería El baile de los vampiros, de Polanski. Vampiros clásicos de edad vetusta, que se dan un espléndido festín de sangre y humor espeluznante.
El gobernador del Banco de España es el mismo que hablaba de la salud del sistema financiero
Algunos de los “100 expertos” ponían en abril a Irlanda como modelo de credibilidad
Ahora, con el agravamiento de la situación de la Unión Europea, con el batacazo de Irlanda y los renovados ataques a la deuda soberana, he vuelto a recordar el argumento de esa película: un chiflado profesor intenta acabar con la epidemia de vampiros. Consigue justo lo contrario, extender el mal. Las imágenes finales de la malograda Sharon Tate expresan ese descalabro.
En la Unión Europea está sucediendo algo similar. Las imposiciones en materia de déficit y la indecisión ante los cada vez más intensos ataques contra el euro, no solo no frenan la epidemia, sino que están contribuyendo a propagarla.
Las declaraciones de la canciller Merkel sugiriendo que los inversores, y no solo los ciudadanos, afrontasen las consecuencias de sus decisiones de inversión son un ejemplo de ello. Parece justo y racional, pero en tiempo y forma ha tenido un efecto perverso.
La prensa europea ha conformado una opinión bastante coincidente: se ha jugado con fuego. Se ha alimentado el pánico. Un diario financiero lo reflejaba así: “Hay bastantes posibilidades en la vida real de que la eurozona quede exterminada precisamente por su propuesta para que funcione mejor”.
En nuestro país, el comisario de la Competencia hizo una desafortunada declaración ante la pregunta de si España tenía algo más. Nada comparable, si no fuera por la repercusión de sus palabras y sus silencios, con las declaraciones que un día sí y otro también están haciendo los responsables del PP. Sus políticas incubaron y propagaron la enfermedad. Ahora se están comportando como un agente patógeno. La caída del Gobierno conservador irlandés aumenta su impaciencia.
Indecisiones y precipitaciones que, unidas a los acuerdos de la Comisión y del Ecofin en materia de contención del déficit, están agravando la difícil situación que vive la Unión, retrasando la recuperación, aumentando el paro y los sacrificios de ciudadanos y trabajadores. Contra esas medidas, la Confederación Europea de Sindicatos se manifestará en toda la Unión el próximo 15 de diciembre y en nuestro país lo haremos además el 18 de diciembre.
El nuevo ataque especulativo contra España coincidía con la publicación del déficit del Estado, que en el periodo enero-diciembre se había reducido un 43%, el 2,96% del PIB. Reducción que está en la senda de cumplimiento de las exigencias de la Comisión Europea. ¿Entonces por qué se intensifican los ataques?
Hay un amplio consenso en que la crisis desatada en 2008 ha acelerado los desequilibrios que provoca tener una moneda única y una disparidad de políticas fiscales y económicas. Que lo que está sucediendo en la Unión Europea es una crisis también de gobernanza. Que los mercados están poniendo a prueba la solidez política de la eurozona. Que la desconfianza hacia nuestro país no es por la deuda del Estado, pero sí por la deuda del sector privado. El aserto de que una deuda bancaria es potencialmente una deuda soberana es compartido.
El profesor Ontiveros empleó recientemente una expresión que me parece muy oportuna, habló de “inventario de ofrendas que España ha hecho a los mercados de bonos” -con el propósito de que se aplaquen, añado yo-. El término ofrenda es muy adecuado porque desvela el sentido casi religioso que se le otorga a las llamadas “reformas estructurales”. Las reformas, nosotros no discutimos la conveniencia de algunas, se han convertido en algo irracionalmente urgente.
Pero si alguien afirma que, con la reforma de las pensiones y de la negociación colectiva o con la impuesta reforma laboral se va a conseguir frenar la histeria especulativa se está y nos está engañando. Ya hay importantes fondos de inversión que consideran que ni siquiera las reformas estructurales podrían calmar a los mercados. Estamos asistiendo a una agonía que se puede llevar por delante años de lucha por la igualdad. Se está erosionando la credibilidad de las instituciones democráticas nacionales y europeas.
En España nos urgen a entregar las “ofrendas” comprometidas. Dos son inexcusables: aumentar la edad de jubilación a 67 años y limitar la eficacia de los convenios colectivos. El Gobierno, sin excepción alguna, repite que lo hará “pese a quien pese”, aunque sea a costa de inmolarse.
Pero ¿quiénes son los brujos que interpretan a los “mercados”? Uno es el gobernador del Banco de España, el mismo que en diciembre de 2007 afirmaba que “los fundamentos del sistema financiero global siguen siendo sólidos y los balances bancarios están saneados”. Otros, los 100 expertos de la reforma laboral. Alguno de ellos proclamaba el pasado mes de abril su “envidia sana de Irlanda” alabándola porque “el mercado ha considerado los planes presupuestarios irlandeses creíbles, y esto ha (sic) reducido su prima de riesgo… Los que hayan hecho sus deberes, como Irlanda, respirarán tranquilos…”. Profético.
Recientemente, una reputada periodista de este diario escribía: “Visto con un poco de perspectiva, debería asombrarnos, por ejemplo, la capacidad que ha tenido el Banco de España para distraernos todo el tiempo de la realidad… Y mientras hablaba de todo eso, que no forma parte de sus competencias, callaba sobre lo que sí hubiera sido su responsabilidad y su obligación: impedir el explosivo endeudamiento privado que fomentan los bancos y entidades de crédito”. No puedo estar más de acuerdo con ella; nos hemos hartado de denunciar públicamente ese comportamiento.
El antropólogo Marvin Harris sugiere que las ofrendas de sangre que ritualizaron los aztecas, en las que se practicaba el canibalismo, tenían otra función: compensar el déficit de proteína de origen animal.
El sistema de pensiones es un punto fuerte de nuestra economía, su Fondo de Reserva equivale al 6% del PIB. Un reciente informe de la UE constataba que “dado que el sistema español de pensiones es fundamentalmente público y el peso del seguro privado es muy limitado, la crisis financiera no ha tenido ningún efecto directo en actuales o futuros pensionistas”. Así es, los fondos privados representan alrededor del 8% del PIB (y un 3% adicional que viene de la externalización de pensiones profesionales), lo que está por debajo de la media de la OCDE, situada en un 60%.
¿Estarán buscando con las dudas sobre su viabilidad futura aportar proteínas a esos mercados que nos piden ofrendas?
Los sacerdotes del miedo sustentan sus previsiones en proyecciones a 2030 y establecen un punto crítico en 2060. Imaginemos la solidez de una proyección para España, de cualquier variable, hecha para el periodo 1939-1989. Este sí es un dato verificable: el gasto en pensiones contributivas en 1985 fue el 7,5% del PIB, en 2008 el 7,8%.
El profesor Julio Pérez Díaz, en un interesante trabajo, reproduce esta frase: “El porvenir sacrificado al pasado: el aplastante peso de las pensiones de jubilación”. Frase que se encuentra en un artículo publicado ¡en 1930! Compartimos su reflexión de que “algo no debe funcionar bien en nuestra manera de ver las consecuencias de la evolución demográfica, cuando casi un siglo después estamos repitiendo las mismas cosas”.
La sociedad española y el Gobierno saben que UGT está dispuesta a arrimar el hombro. Queremos que la reforma laboral revierta sus aspectos más negativos; que nuestro sistema de pensiones siga siendo el más sólido de Europa avanzando en derechos, no recortándolos. Queremos que los convenios colectivos sirvan para mejorar la competitividad y también las condiciones de trabajo. Buscando el consenso, como siempre lo hemos hecho.
La plutocracia es la preponderancia de los ricos en el Gobierno del Estado. Cuando el 40% del PIB reunido con el presidente del Gobierno le pide (¿o le conmina?) a que se mantenga firme en el recorte de derechos, algo va mal. Debemos evitar que esta crisis afecte a algo más que al empleo y a nuestra economía.
*Cándido Méndez es secretario general de UGT
Publicado en El País 14-12-2010

viernes, 17 de diciembre de 2010

El prisionero español


Paul Krugman – El Universo (Ecuador)
Lo mejor de los irlandeses en este momento es que son muy pocos. Por sí misma, Irlanda no puede dañar demasiado las perspectivas de Europa. Lo mismo se puede decir de Grecia y Portugal, al cual se considera ampliamente como la siguiente potencial ficha de dominó.
Sin embargo, también está España. Los otros son tapas; España es el plato principal.
Lo que es sorprendente de España, desde una perspectiva estadounidense, es qué tanto su historia económica se parece a la nuestra. Como Estados Unidos, España experimentó una enorme burbuja en las propiedades, acompañada de una enorme alza en la deuda del sector privado. Como Estados Unidos, España cayó en recesión cuando reventó esa burbuja, y ha experimentado un aumento en el desempleo. Y, como Estados Unidos, España ha visto inflarse su déficit presupuestario gracias a la caída de los ingresos y costos relacionados con la recesión.
Sin embargo, a diferencia de Estados Unidos, España está al borde de una crisis de deuda. El gobierno estadounidense tiene problemas para financiar su déficit, con tasas de interés sobre la deuda federal a largo plazo por debajo del 3%. España, en contraste, ha visto el costo de sus préstamos dispararse en las últimas semanas, que refleja temores crecientes de una posible mora futura.
¿Por qué España tiene tantos problemas? En una palabra, por el euro.
España fue uno de los países más entusiastas en adoptar el euro, allá en 1999, cuando se introdujo la moneda. Y por algún tiempo las cosas parecieron ir de perlas: entraron a España fondos europeos, impulsando el gasto del sector privado, y la economía española experimentó un crecimiento rápido.
Por cierto, durante los años buenos, el gobierno español pareció ser el modelo de responsabilidad tanto fiscal como financiera: a diferencia de Grecia, operaba con excedentes presupuestarios, y a diferencia de Irlanda, trataba muy duro (aunque solo con éxito parcial) de regular a sus bancos. A finales del 2007, la deuda pública de España, como una parte de la economía, era de solo cerca de la mitad que la de Alemania, e incluso ahora sus bancos no están nada cercanos al mal estado de los de Irlanda.
Sin embargo, bajo la superficie evolucionaban los problemas. Durante el auge, los precios y los salarios aumentaron con mayor rapidez en España que en el resto de Europa, lo que ayudó a alimentar un gran déficit comercial. Y cuando reventó la burbuja, la industria española se quedó con costos que la hicieron poco competitiva con otros países.
¿Ahora qué? Si España aún tuviera su propia moneda, como Estados Unidos –o como Gran Bretaña, que comparte algunas de las mismas características–, podría haber permitido que cayera, haciendo que su industria volviera a ser competitiva. Sin embargo, ya que España tiene al euro, esa opción no está disponible. En cambio, España debe lograr “la devaluación interna”: debe reducir los salarios y precios hasta que sus costos vuelvan a estar en línea con los de sus vecinos.
Y una devaluación interna es un asunto feo. Por una parte, es lenta: normalmente, hacer que bajen los salarios requiere de años de desempleo elevado. Más allá de eso, que bajen los salarios significa que bajan los ingresos, en tanto que la deuda permanece igual. Así que la devaluación interna empeora los problemas de deuda del sector privado.
Lo que todo esto significa para España es perspectivas económicas muy malas en los siguientes años. La recuperación de Estados Unidos ha sido decepcionante –en especial en términos de empleos–, pero al menos hemos visto algún crecimiento, con el PIB real más o menos de vuelta en su punto máximo anterior a la crisis, y podemos razonablemente esperar un crecimiento futuro que ayude a controlar nuestro déficit. España, por otra parte, no se ha recuperado para nada. Y la falta de recuperación se traduce en temores sobre el futuro fiscal español.
¿Debería España tratar de escaparse de esta trampa abandonando el euro y restableciendo su propia moneda? ¿Lo hará? La respuesta a ambas preguntas es: probablemente no. A España le iría mejor ahora si nunca hubiese adoptado el euro, pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes correrían a llevar su dinero a otra parte. A menos que de cualquier forma haya una crisis bancaria catastrófica –lo que parece factible para Grecia y cada vez más posible para Irlanda, pero poco probable, aunque no imposible, para España–, es difícil ver a cualquier gobierno español arriesgarse a una “deseurización”.
Así que España es, en efecto, prisionera del euro, lo que la deja sin ninguna buena opción.
Las buenas noticias sobre Estados Unidos son que no estamos en ese tipo de trampa: todavía tenemos nuestra propia moneda, con toda la flexibilidad que implica. Por cierto, también Gran Bretaña, cuyos déficits y deuda se pueden comparar con los de España, pero que los inversionistas no ven como riesgo de mora.
Las malas noticias sobre Estados Unidos son que una poderosa facción política está tratando de coartar a la Reserva Federal, al efectivamente remover la única gran ventaja que tenemos respecto de los españoles en dificultades. Los ataques republicanos contra la Reserva –las exigencias de que deje de tratar de promover la recuperación económica y se concentre en cambio en mantener fuerte al dólar y combatir riesgos imaginarios de inflación– se resumen en una demanda de que voluntariamente nos metamos en la prisión española.
Esperemos que la Reserva no les haga caso. Las cosas en Estados Unidos están mal, pero podrían estar mucho peor. Y si la facción del dinero fuerte se sale con la suya, lo estarán.
A España le iría mejor ahora si nunca hubiese adoptado el euro, pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes correrían a llevar su dinero a otra parte. A menos que de cualquier forma haya una crisis bancaria catastrófica, es difícil ver a cualquier gobierno español arriesgarse a una “deseurización”.
Fuente: The New York Times Service

martes, 7 de diciembre de 2010

viernes, 3 de diciembre de 2010

Golpe de estado neoliberal

Golpe de estado neoliberal

3 Diciembre 2010 | Categorías: Nacional |
Carlos Martínez – Presidente de ATTAC España
Hace unas semanas comenzaron a sonar las alarmas. Primero el grupo de economistas neoliberales y empleados de bancos o en su nómina de fundaciones y colaboradores habituales, conocido como “Los Cien”, trataba de convencer acerca de la necesidad de rebajar y retrasar el derecho a una pensión digna y a la edad actualmente establecida, con argumentos burdos y nada científicos (como Juan Torres y Vicenç Navarro dejan al descubierto en un escrito publicado por ATTAC y ubicado en su página Web en un PDF). Inmediatamente tras ellos salió el presidente del Banco de ¿España? Miguel Ángel Fernández Ordóñez, dándoles la razón y exigiendo más contundencia en las “reformas”.
Tras esta reflexión ultraliberal, un grupo de empresarios se reunía con el rey que, según la Constitución, representa al Reino, pero no gobierna, para exponerle la necesidad de “cambiar y reformar profundamente todo el Estado”. Es decir, para limitar y reducir a lo justo el “estado del bienestar” y criticar a unos políticos muy poco preparados y corruptos, incapaces de implementar las necesarias “reformas”. Este grupo de presión e influencia, escondido tras la Fundación Everis, presenta un escrito que no tiene desperdicio. El documento, si bien mantiene un lenguaje positivo, educado y nada novedoso en sus afirmaciones desde el punto de vista neoliberal, hay que leerlo entre líneas y fijándose en sus detalles, para captar su profundidad y la profundidad real de sus ataques al bienestar.
Luego, el Estado Español, cual si todo estuviera coordinado, -y, no lo duden, lo está-, comienza a recibir con renovada energía ataques especulativos internacionales durísimos.
Tras esto, el Presidente del Gobierno, en lugar de desautorizar y denunciar la reunión del monarca tomando parte por las grandes empresas y poderes fácticos económicos, se reúne de urgencia con 40 banqueros, empresarios y empresarias de grandes conglomerados (en conclusión, la oligarquía de la banca, el ladrillo y el turismo que controla la economía del Reino de España), para escucharlos y tratar de orientar la situación ante la gravísima crisis del capitalismo europeo que de forma brutal afecta entre otros a nuestro estado.
El Gobierno pone nuevamente la zorra a guardar las gallinas, y los culpables del paro, la recesión y el empobrecimiento, son llamados a remediarlo.
El rey, grandes empresas y bancos, dan una receta simple y sencilla: menos impuestos, más privatizaciones para hacer negocio con los bienes públicos, más facilidades para despedir y precarizar aún más el mercado del trabajo, pues ya no se habla del constitucional derecho al trabajo y, por supuesto, endurecimiento del derecho a percibir pensiones y prestaciones.
A esto se le suman las exigencias de sistemas educativos más elitistas y exclusivos y, eso si, Formación Profesional para las clases populares. En el informe de Everis presentado al Borbón se redefine incluso al ciudadano, y por supuesto al estado del bienestar. Se alaba inmerecidamente al sistema financiero español, y se habla bien del positivo crecimiento que se dio hasta 2006 en España -es decir, los años más negros del casino económico y la burbuja inmobiliaria que han reventado tras la crisis financiera de 2008, creando paro y desconfianza, además de quiebras e inseguridad vital a millones de personas-.
Atención
El Golpe se ha consolidado, y pronto, si no lo remediamos, se comprobará y sufrirá. Las ciudadanas y los ciudadanos seremos llamados a sufragar aún más las deudas de los capitalistas, las quiebras de los bancos y todo a nuestra costa.
Estamos perplejos y desorientados ¿Qué hacer? La izquierda social amplia y que no ha renunciado a los principios, debe llamar a la movilización, pero también a la elaboración de alternativas.
ATTAC, humildemente, tiene responsabilidades ya. Pero los Sindicatos de clase, en especial CC.OO y UGT, las tienen mucho mayores, pues son las organizaciones más potentes de la izquierda y cuentan con el respaldo de muchas y muchos trabajadores a los que no pueden fallar, aunque igualmente deben velar por su propia supervivencia, que está amenazada. Además, los sindicatos llamados mayoritarios deben entender que el problema ya no es que venga el PP, pues en este golpe de estado neoliberal, la “gran coalición” se ha forzado y existe de facto. De hecho, han tomado las riendas directamente bancos y grupos empresariales. Hoy Florentino Pérez, Botín etc. etc. tienen mando en plaza.
Alternativas desde la sociedad consciente
Es, pues, urgente ponerse ya manos a la obra. Salir a la calle masivamente el 18 de diciembre. Convocar una Asamblea Ciudadana Antineoliberal, que está en fase de preparación. Exigir una Huelga General Europea, lo antes posible. Una respuesta imprescindible estos días con acciones simbólicas.
Pero igualmente reclamar una auditoria de la deuda. La famosa deuda: de dónde viene, quién la ha contraído, y cuánto de ella se debe a desmanes empresariales, al cemento y a bancos y cajas. Pero igualmente cuánta de ella la han generado pensionistas, paradas y parados, y las prestaciones sociales, la sanidad pública etc., no sea que nos llevemos la gran sorpresa -que sabemos no se producirá-, pues la mayor parte de la socorrida deuda es privada.
Tras esto, nacionalizar las cajas de ahorros y constituir la Banca Pública. Ni una privatización y más gasto social.
Para sufragar gastos, son más que urgentes ya imponer impuestos sobre los movimientos especulativos de capital, bancos y grandes fortunas y suprimir los paraísos fiscales.
Exigir que el Banco Central Europeo y los bancos centrales dejen de servir exclusivamente a los intereses privados y pasen a tener control político.
Cese de la extorsión a las viviendas de hipotecados e hipotecadas con impagos por haberse quedado en paro y/o en riesgo de exclusión social y pobreza.
Estamos en una emergencia social y, por tanto, se necesitan soluciones de emergencia, porque todas y todos podemos “tirar del carro”, pero para el bien común y el reparto y no para que los ricos se hagan más ricos, los mercados nos avasallen y los bancos, una vez recuperen sus pérdidas, sigan enriqueciéndose a costa de todos. No se trata de salvar el capitalismo. No se trata de tranquilizar y enriquecer a los mercados, se trata de salvar a las personas y que estas puedan ser felices y pasar del consumo desaforado vía endeudamiento al buen vivir, a vivir con dignidad.
Trabajo de todos y todas, no para re-enriquecer a los poderosos, así como que estos rindan cuentas… y luego ya veremos

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Banco Central Europeo, elogio a la mediocridad


El Plural ya lo adelantó hace semanas: la única solución es comprar deuda desde el BCE
El Banco Central Europeo, elogio a la mediocridad
Los mercados de capitales han vuelto a cerrarse: no hay liquidez, el dinero no fluye, nadie presta a nadie. La única solución es que el Banco Central Europeo inyecte liquidez en el sistema, desatasque su esclerosis comprando deuda con nueva masa monetaria, tal como veníamos advirtiendo desde El Plural y otros medios desde hace meses. Llevamos mucho tiempo sosteniendo, la última vez hace escasamente una semana en El Plural, las más veces hasta ayer en contra de todas las opiniones, que no cabe más miopía que estar dejando morir sin crédito a naciones como Grecia, o como Irlanda, quizás Portugal, ¿mañana Francia?, porque sus bancos no puede comprar dinero en el mercado de capitales y, por tanto, ni pueden prestar a sus ciudadanos, ni devolver aquello que se les prestó.
¿Cómo empezó todo?
La causa de la actual burbuja financiera se debe a tres factores :

1ª. La política monetaria ultraexpansiva desarrollada por Alan Greenspan desde que fue elegido, a propuesta de Ronald Regan, Gobernador de la Reserva Federal en 1987 hasta 2006, dando dinero fácil en grandes cantidades.

2ª. La relajación de los bancos norteamericanos otorgando profusamente créditos desde que Jimmy Carter aprobara la Community Reinvestment Act en 1977, obligando a los bancos comerciales a relajar sus condiciones.

3ª. La inexistencia de una legislación internacional de los mercados de capitales y de crédito.

La Ley de la selva
Como consecuencia de ello, el exceso de crédito invadía los mercados internacionales, numerosas veces oculto en los paraísos fiscales y campando a sus anchas sin legislación que lo embridara. El problema de los créditos internacionales, además, es que no existen leyes internacionales, como bien explican Pablo García y Luis Tomás en la página 287 de su libro Mercados Financieros Internacionales (Editorial Delta, 2010) Se necesita un marco legal internacional que frene la opacidad de lo que se está transfiriendo –dinero, información o fondos-, una regulación financiera mundial, en definitiva, con el objeto de salvaguardar la estabilidad de las instituciones financieras, aún perjudicando a corto plazo a los consumidores, tal como decía Michael Taylor a mediados de los noventa en su magnífico artículo “Twin Peaks : A Regulatory Structure for the New Century” (Centre for the Study of Financial Innovation, 1995).

¿Cuáles fueron las consecuencias?
Al dispararse el crédito desde 1987, éste no sólo alimentaba el crecimiento, sino la boca de un monstruo: una burbuja inmobiliaria y mobiliaria. El sistema capitalista lleva inherente una inestabilidad que genera apreciaciones especulativas dando lugar a su posterior estallido. Se presta con profusión, la gente compra pisos en abundancia, el precio de la vivienda sube de forma irracional hasta que alguien se da cuenta del sinsentido que es que una vivienda en Queens cueste un millón de dólares.

Burbujas en mercados asesinos
Quien mejor teorizó sobre cómo se conforman las burbujas fue Hyman Minsky (1919-1996), doctor por Harvard, profesor de Chicago y alumno de Joseph Allois Schumpeter y de Wassily Leontief. En un magnífico artículo sobre la inestabilidad financiera, intitulado “Hipótesis sobre la inestabilidad inherente”, predijo todo lo que ha venido a ocurrir. Minsky defendía la posibilidad de ordenar el mercado del crédito desde una regulación pública eficaz con el fin de evitar burbujas; de esta forma, como bridas, la intervención sujeta el disparate de disparar el crédito de forma irracional. No se hizo: los políticos conservadores y los economistas ultraliberales pensaban que el mercado financiero se regulaba a sí mismo.

La recésion
Al frenarse el crédito, al no haber liquidez, ni dinero, ni prestamos, la demanda se derrumbó con espasticidad, las empresas cerraban y el desempleo sacudió las economías occidentales en su conjunto. De esta manera se explica el Premio Nobel Paul Krugman en su tesis sobre el retorno de la economía de la depresión, concretamente en las páginas 193 y siguientes de su libro El retorno de la economía de la depresión (Editorial Crítica, 2009). El profesor Krugman defiende que la congelación del sistema financiero ha dado lugar a una caída de la demanda y a la mayor crisis que ha visto la Humanidad en mucho tiempo.

La llegada del disparate
Con una sequía en los mercados financieros internacionales, inundados de deuda privada y deuda pública recientemente generada por los múltiples déficits, junto con una recesión sin precedentes, a políticos y economistas neoconservadores, mal llamados liberales, no se les ocurre otra cosa que preferir reducir los gastos y contraer aún más el crédito. Un disparate.

Los postkeynesianos
Una corriente del pensamiento económico, los postkeynesianos, defienden, a diferencia de los neoclásicos (liberales) y keynesiados clásicos, que la oferta monetaria debería acomodarse a la evolución de la demanda y del empleo. En otras palabras: si hay recesión y desempleo, hay que volver a inyectar dinero en el sistema. En ese sentido, para los postkeynesianos el banco central debe convertirse en última instancia en prestamista con el fin de evitar crisis financieras acomodándose a los problemas de la economía real (es la postura que estableció Kaldor a mediados de los ochenta en su obra de referencia , The Scourage of Monetarism (Oxford University Press, Oxford, 1986). Se trata, por ejemplo, de que el banco central compre bonos del Estado de tal forma que logre de nuevo inyectar liquidez en el sistema con el objeto de desatascar la parálisis.

¿Y la inflación?
Siguiendo el aserto de que más masa monetaria ocasionaría un relanzamiento de la inflación, autores como el postkeynesiano Sidney Weintraub señalan que estas inyecciones no tendrían efectos sobre la inflación y menos en un momento de depresión (Keynes, Keynesians and Monetarist. University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1978). Si reanimar a un cuerpo moribundo le va a producir fiebre: ¡Bienvenida la fiebre!

¿Debe el Banco Central Europeo actuar inyectando liquidez o comprando deuda?
Antes de que una institución así existiera ya había otros pensadores, tan postkeynesianos como Philip Arestis, que defendían que había que convertir la masa monetaria en instrumento para salir de la parálisis o para moderar las expansiones (Philip Arestis : Post-keynesian Monetary Economics, Edward Elgar, Aldershot, 1988). Sin embargo, de forma opinable, unos defienden que el Banco Central Europeo tiene como principal objeto el control de la inflación y no la salida de las depresiones. Así nos va.

El Banco de Inglaterra nos da la razón
Ante una situación así, tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos comenzaron a llevar a cabo estas propuestas que en el plano teórico se limitaban a definir el postkeynesianismo monetario. El Gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, siguió, entonces, una práctica acomodaticia, comprando bonos y por lo tanto salvando de la quema al Reino Unido. El doctor King es un profesor de Economía de la London School of Economics, que fue nombrado Gobernador del Banco de Inglaterra, y, desde su puesto, decidió comprar las emisiones de Deuda Pública con masa monetaria, obteniendo autorización para ello en la reunión del 5 de febrero de 2009, inyectando así una ingente cantidad de libras esterlinas y llevando los tipos de interés al uno por ciento.

Dos compañeros de despacho
Como curiosidad, en sus tiempos jóvenes, siendo profesores ayudantes en los Estados Unidos de América, Mervyn King fue compañero de despacho en Estados Unidos del profesor adjunto Benjamin Bernanke, actual Gobernador de la Reserva Federal norteamericana. De la misma forma, entonces, el judíonorteamericano tomó la decisión de comprar Bonos a partir de nuevas emisiones de dinero o masa monetaria. Durante este último mes se ha decidido emitir 600.000 millones de nuevos dólares con los que comprar, a razón de 75.000 millones al mes, bonos del Tesoro de los Estados Unidos.

Wikileaks
Por cierto, acaba de saberse, a través de las revelaciones que ha aportado Wikileaks, que en una conversación relatada, del Gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, y el embajador norteamericano, Susman, el profesor le comentó que no se fiaba nada de los conservadores británicos (confidencial ID 249236). No me extraña.

Trichet… a por uvas
El Banco Central Europeo -especialmente por las presiones de su consejero del Bundesbank alemán, Axel Weber-, ha señalado que lejos de una postura acomodaticia habría que obligar a los sistemas financieros nacionales y el sector público local a controlar sus gastos. Para Weber, utilícese, defiende, el Fondo para la Estabilidad Financiera que fue creado durante la presidencia española, y no utilicemos el BCE para inyectar liquidez comprando Deuda (¡qué inmenso error!), multiplicando la ataxia con las políticas fiscales de los Estados miembros.

¿Por qué la posición alemana es tan dura?
Porque el Gobierno alemán, teoracto y soberbio, quiere quiebras ordenadas de tal forma que sosteniendo por parte de la Unión Monetaria a los que tienen problemas, garantizaría mejor cobrar la Deuda contraída con los bancos alemanes. Es preferible para ellos que se les pague lo que han prestado -aunque sea con dinero de un fondo común-, que permitir que el Banco Central Europeo emita Deuda que ¡vaya usted a saber donde va a parar!

Especuladores y tiburones
La posición débil de la deuda privada (bancos) o de la pública (Estado), es atacada por posiciones en corto especulativas que deprecian la deuda y provocan que las nuevas emisiones sean, o más caras, o imposibles. La especulación en este caso no es la causa del problema, sino la consecuencia inherente del mismo.

¿Por qué tienen los ojos puestos en España?
España tiene una deuda Pública moderada y un Estado más o menos fuerte. Entonces, ¿cuál es el problema? Existen tres lastres que impiden que la demanda interna avance : 4,5 millones de parados que consumen menos, una deuda privada abultada que no permite que nos endeudemos más con el fin de crecer, y un sector de la construcción que ya no puede ser el motor del crecimiento económico español. Y sin posibilidad de crecer nuestros bancos tienen escasas posibilidades de devolver los créditos internacionales en el día de su vencimiento.

¿Cuánto debemos a los bancos extranjeros?
España tiene contraídas deudas con los bancos extranjeros por valor de 951.000 millones de euros según el Banco de Pagos Internacionales. En ese sentido, debemos tener en cuenta que no tenemos margen para endeudarnos más.

El día del vencimiento
Durante los años 2011, 2012 y 2013, España debe pagar -a su debido vencimiento-, la friolera de 500.000 millones de dólares. ¿Tenemos la posibilidad de obtenerlos en los mercados financieros ahora cerrados?, ¿tenemos capacidad de crecer para ganarlos?

¿Afectaría a España si Portugal fuera intervenida?
Si los bancos portugueses no se pueden financiar y quiebran, España se vería muy afectada. Sólo recordar que las instituciones financieras españolas están expuestas a los residentes de Portugal por valor de 110.000 millones de dólares: si ellos caen, nosotros dejamos de cobrar.

¿Qué pasaría si cayera España?
¿Qué significa caer?: que los bancos españoles no encuentran financiación en los mercados internacionales y no pueden financiar a particulares y empresas generando de esta forma problemas con los depósitos. Esto no va a ocurrir, pero, si ocurriera, arrastraríamos al resto de las naciones europeas (por eso no va a ocurrir). Téngase en cuenta que los bancos franceses están expuestos a los residentes españoles por valor de 248.000 millones de dólares, que los bancos alemanes están expuestos a los residentes españoles por valor de 202.000 millones de dólares y que los bancos del Reino Unido están expuestos en posiciones con los residentes españoles por un valor de 140.000 millones de dólares. Too big to fail.

Weber, Trichet y el Policy maker
Como una larva que no para, erre que erre, Axel Weber, responsable del Bundesbank alemán, miembro por lo tanto del Banco Central Europeo, insiste en que el banco no emita moneda para comprar Deuda: que espabilen los países que tienen problemas. Trichet insiste en su política limitativa, hasta que aguante, y, mientras tanto, el hacedor de la política económica, el policy-maker, observa detenidamente cómo el cuerpo del enfermo se acerca a la muerte por falta de oxígeno, escasez de liquidez y ausencia de crédito.

El asalto final a la mediocridad
Porque el Banco Central Europeo debe evitar las catástrofes financieras alimentando con nueva masa monetaria el sistema esclerótico (Kaldor, Weintraub, Aristes), evitando de este modo una mayor recesión (Krugman). Así, el Banco de Inglaterra (Mervyn King) y la Reserva Federal norteamericana (Ben Bernanke) han seguido una política de inyección a través de la compra de bonos con nueva masa monetaria. ¿A qué espera el Banco Central Europeo para ocuparse de los asuntos que importan?

Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y ha sido miembro del equipo traductor de la última obra de Benjamin Bernanke al español

viernes, 19 de noviembre de 2010

Irlanda como ejemplo

Juan Torres LópezPDFImprimirE-Mail
Durante muchos años el "ejemplo" irlandés estuvo de moda y se ponía constantemente a los demás países: la política de bajos impuestos sobre el capital (casi la mitad de la media europea), la amplia liberalización de la actividad económica y las privatizaciones, la moderación salarial y las grandes facilidades a los capitales para que pudieran actuar a su antojo se consideraban la clave de su éxito y lo que debería hacer cualquier otra economía que quisiera ser tan próspera y dinámica como el "tigre celta" de entonces. Claro que se estaba hablando de un éxito que solo se medía por el incremento vertiginoso del PIB pero no en disminución de las desigualdades o de la brecha de los estándares de bienestar del país respecto a la media europea.
Los gobiernos conservadores facilitaban la actividad de los bancos que se dispusieron a crear deuda y a financiar la actividad especulativa sin freno sin que a ni uno ni otro preocupara la generación de burbujas inmobiliarias o la escasa base real del crecimiento que se generaba.
En realidad, lo que estaba haciendo Irlanda no era otra cosa que aplicar como un alumno aventajado las políticas de ajuste estructural que el Fondo Monetario Internacional venía proponiendo desde hacía años para favorecer el incremento de las rentas del capital. Y por eso el Fondo aplaudía lo que se estaba haciendo allí afirmando que sus políticas económicas ofrecían lecciones útiles a otros países (FMI. IMF Concludes 2004 Article IV Consultation with Ireland).
Como venimos diciendo muchos economistas críticos estas políticas neoliberales fueron la causa real de la última crisis y por eso no fue ni mucho menos una casualidad que el alumno europeo que las aplicó más fielmente fuese precisamente el primero que entró en recesión en 2008 cuando se desencadenó la crisis de las hipotecas basura. Como tampoco es casual que la economía que primero aplicó los planes de austeridad como respuesta frente a la crisis sufra ahora un nuevo latigazo.
En realidad, Irlanda es en estos días una especie de laboratorio que permite comprobar el efecto de las políticas neoliberales de austeridad que impone el fundamentalismo dominante desde hace años en Europa.Aunque ahora muy pocos los recuerdan, Irlanda aprobó antes que nadie un gran programa de austeridad y recortes: hasta el 20% redujo los sueldos de los funcionarios y un 10% las prestaciones sociales, además de hacer lo mismo en un buen número de programas de gasto público y social. Aunque, eso sí, poniendo al mismo tiempo a disposición de bancos quebrados docenas de miles de millones de euros que pusieron por las nubes el déficit y la deuda del Estado.
Cuando tomó estas medidas, de nuevo el caso irlandés fue puesto como un ejemplo a seguir por los demás. Los medios de comunicación neoliberales, la Comisión Europea y por supuesto una vez más el Fondo Monetario Internacional alabaron su política de austeridad y recortes frente a la crisis.Este último organismo, haciendo otra vez gala de su desvergonzada forma de hacer pronósticos económicos, afirmó, para poder aplaudirlas así con aparente fundamento, que gracias a la aplicación de estas medidas la economía irlandesa crecería un 1% en 2009.
Sin embargo, su efecto real fue otro, como los economistas críticos habían pronosticado que iba a ocurrir allí o en otros países en donde se aplicaran: en 2009 el PIB de la economía irlandesa lejos de aumentar, bajó un 11%.
Con esa caída estrepitosa, con una reducción de la inversión del 30% y de más del 7% del consumo, la economía no pudo generar recursos suficientes, fue más difícil recaudar ingresos para hacer frente a la deuda y ésta siguió subiendo, lo que hacía, para colmo, que los mercados la castigaran subiendo los tipos a los que puede colocarse.
A eso se añade que al haber dejado sin llevar a cabo una verdadera reforma financiera la situación patrimonial de los bancos siguió agravándose y ahora les hace falta una nueva dosis de generosa inyección de liquidez para sacarlos a flote: unos 50.000 millones de euros más solo para ellos.
Cuando todo esto ha ocurrido, de la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional no ha salido ni la más mínima expresión de autocrítica: después de haber afirmado que lo que hacía Irlanda era ejemplar, no tienen nada que decir cuando su "modelo" salta por los aires, como era inevitable que ocurriera como evidente consecuencia de esas políticas. Al revés, se limitan a dar prisa para que se ponga a su pies y a advertir de antemano quién va a hacerse cargo de la factura: "La UE exigirá a Irlanda subidas de impuestos para devolver el rescate", titulan hoy los medios de comunicación europeos.
Irlanda es efectivamente un buen ejemplo. Pero de a dónde han llevado las políticas neoliberales antes de la crisis y dónde llevan ahora, cuando vuelven a imponerse  en forma de austeridad presupuestaria, por un lado, y, por otro, de plena libertad y apoyo a los bancos para que sigan actuando a su antojo.

martes, 26 de octubre de 2010

Por la concordia y en defensa de Cataluña: redescubriendo a Azaña

Alfredo Carralero

Aunque no estemos muy al corriente de los arcanos del Tribunal Constitucional, se veía venir que la sentencia que se iba a dictar sobre el Estatuto de Cataluña, sería un éxito total de la derecha españolista instalada en su discurso único sobre España, “su España”.

En esencia no hay nada nuevo, una vez más la pereza mental, el recurrir a tópicos manidos, el presentar “su España” como la única posible, como la historia consagrada y canónica, parecen haber ganado la batalla ideológica y el discurso del nacional catolicismo que a partir de 1880 empiezan a sistematizar Menéndez Pelayo, después Herrera Oria y otros, que fue la columna vertebral de la Restauración borbónica primero y después de la dictadura franquista y que queda resumido, en palabras de Menéndez Pelayo, en las que define el destino cultural-militar de España como “luz de Trento, martillo de herejes”.

Así pues se perfila la España unitaria, clerical, caciquil, militarista, la España de epopeyas conquistadoras, víctima de las conspiraciones de la Leyenda Negra o más recientemente de la conspiración judeo-masónica. La España de un colonialismo teocrático, tétrico, pequeño, de las guerras de África, de los ejércitos coloniales al mando de los millanes astrays, francos y demás.

Frente a todo esto, parece que la izquierda no quiere dar la batalla y contraponer otra lectura posible de la Historia de España. Parece que estamos dejando la definición de la Nación Española a la derecha, a esa derecha que algunos han venido a llamar la “derecha furiosa”, que después de haber escondido, como su pecado original, su procedencia franquista, se desinhibe y se presenta como realmente es: el PP se conforma como un partido con unas élites y un discurso, cercano en ambos casos a la extrema derecha en todos los aspectos de la política y de la vida social.

El asalto o el mantenimiento en el poder en su caso, lo realiza la derecha, con todo tipo de maniobras, sin importar en absoluto su coste político en relación con la convivencia y la crispación social producida. Su munición favorita es el hipernacionalismo españolista, las “españas que se rompen”, los insultos a los catalanes, el pánico a que pudiera solucionarse el problema del terrorismo de ETA, mediante algún tipo de negociación final. Pues ambos temas uno y otro les producen unos cuantiosos réditos electorales. Frente a ello la izquierda se mantiene autista, sin defender con brío un modelo, su modelo, diferente de entender la Nación Española y su estructuración territorial.

Llama al bochorno más absoluto, como, desde el Gobierno se ha defendido como un éxito la sentencia del Tribunal Constitucional, con ideas tan peregrinas como que el 95% del texto no se había tocado, o que los retoques son fundamentalmente técnicos y no políticos, etc. Lo que ocurre realmente es que los catalanes se han sentido insultados, engañados y abandonados, bien por un Gobierno que no pudo o no quiso defender sus compromisos con Cataluña y desde luego escarnecidos por un presunto Tribunal Constitucional guardián de las esencias mas casposas del españolismo.

Por otra parte el conglomerado mediático, próximo al PP se ha dedicado a denigrar, insultar y hacer gala de una catalanofobia en crescendo, que hubiera dado cobertura incluso a sentencias mucho más restrictivas del Estatuto de Cataluña. Todo esto no ha hecho otra cosa que crear una fractura en la sociedad catalana, que no existía.

Se puede estar o no de acuerdo con partes mas o menos extensas o cruciales del Estatuto lo que no se puede consentir, hay que decirlo alto y fuerte, es que los "salva patrias” del PP y aledaños se arroguen ser los defensores y definidores de una forma de entender España. Y esto desgraciadamente no es nuevo, es historia. Ya la Dictadura primorriverista, se da cuenta rápidamente de los réditos políticos que obtiene atacando a Cataluña en todos los frentes: atacando al catalanismo político, prohibiendo hablar en catalán o el uso de su bandera, arrogándose el merito de acabar con el problema sindical en Cataluña, por cierto con el expeditivo método de potenciar y pagar grupos de pistoleros para asesinar a los cuadros y militantes de la CNT. Y  todo esto a pesar de que Primo de Rivera buscó apoyos, entre otros, en el catalanismo de derechas, para su golpe de estado.

Pues bien, así enquistado el problema, en 1930 en plena “Dictablanda”, se produce una iniciativa de extraordinario interés: la de una visita colectiva de intelectuales, fundamentalmente de Madrid, que en la ultima decena de marzo de 1930 llegan a Barcelona y que está compuesta por algunas de las personalidades mas destacadas del pensamiento, la ciencia, la investigación, la política y el arte. Personalidades tan conocidas como: Menéndez Pidal, Osorio y Gallarzo,  Marañón, Ortega y Gasset, Américo Castro, Albornoz, Azaña,  Luís de Zulueta, Urgoiti, etc. Son recibidos en Barcelona con grandes demostraciones de simpatía, y el motivo, un tanto lejano, de la visita y confraternización es el hecho de que unos años atrás en plenos ataques y prohibiciones furibundos de la Dictadura contra el uso de la lengua catalana, éstos intelectuales madrileños firman un manifiesto de solidaridad y cariño por Cataluña su lengua y quienes la defienden.

Se realizaron múltiples actos que ponen de relieve la amistad, sintonía  y concordia entre intelectuales catalanes y madrileños: en uno de ellos, que no estaba previsto que fuera el mas importante, en la noche del 27 de marzo se reúnen en el restaurante Patria de Barcelona, un buen numero de intelectuales de izquierdas, catalanes y de Madrid, entre ellos Manuel Azaña, quien a la hora de los discursos toma la palabra y desgrana un discurso lleno de lucidez y capacidad de análisis sobre cómo se puede entender el hecho español, las relaciones con Cataluña, la denuncia del más burdo españolismo, las relacione entre el centro y la periferia y en fin los múltiples problemas y posibilidades de ver y entender la Historia de España de una forma diferente, luchando por desterrar para siempre la versión trientina y militarista, de la ya entonces imperante derecha.

Dijo Azaña: " nos habéis hablado continuamente de gratitud por aquello del manifiesto a favor de vuestro idioma. Y en efecto en días de dolor para todos, singularmente amargos para Cataluña, pensando en vuestros sentimientos maltratados, queríamos deciros lo que era menester entonces para que os llegaran unas palabras de ánimo y el testimonio de que no estabais solos. Pero bien miradas las cosas no debéis agradecernos nada, porque queríamos solamente cumplir con el deber elemental de exigir que os guardasen el debido respeto a la inteligencia, y en ella a la personalidad de los pueblos que se manifiesta precisamente en las obras de la inteligencia. Y esto lo queríamos hacer, no de una manera fría o en virtud de un principio general que podría aplicarse de la misma manera a cualquier país lejano, sino con plena conciencia de las realidades de Cataluña, de sus creaciones actuales y del rango que ocupa entre los pueblos peninsulares, unidos a través de tantas vicisitudes históricas con un destino superior común.

Continuó Azaña haciendo una presentación del problema desde el punto de vista de Cataluña y el resto de España: “ En aquella protesta, por lo tanto, no solo nos manifestábamos en defensa vuestra, sino también en defensa propia, para borrar la mancha que se pretendía echar sobre nuestro país en una de las maniobras mas bajas de la Dictadura “... " Razones delirantes, ofensa perpetua al buen criterio, al entendimiento y al sentido común ".

Porque lo que a continuación deja claro Azaña, es que defender la libertad de Cataluña es defender la libertad de todos en conjunto, y del rubor que le embarga al ver como el idioma castellano sirve para crear leyes despóticas: " Por efecto de aquella estupidez padecimos además de una opresión (general) en cuanto ciudadanos (españoles), un agravio particular en nuestra condición de castellanos. El rubor nos embarga al ver que para oprimir a los catalanes se invocaban  las cosas más nobles profanadas por la Dictadura, ¿Vosotros os doléis justamente de que se oprimiera a Cataluña? ¿Pero no habríamos de indignarnos aun más al ver que para oprimir a vuestra Patria se tomara como pretexto a otra Patria? ¿Al  ver que nuestro idioma servía para promulgar en Cataluña unas leyes despóticas? ¿Que se cometía la indigna falsedad de lanzar contra este país  la idea de una España incompatible con las más sencillas y justas libertades de los pueblos? Contra todo esto se elevo nuestra protesta”.

Continua Azaña diseccionando el manido termino de “patriotismo ":
Yo no soy patriota. Este vocablo, que hace mas de un siglo (recuérdese que Azaña habla en 1930)significaba revolución y libertad ha venido a corromperse, y hoy, manejado por la peor gente, incluye la aceptación más relajada de los intereses públicos  y expresa la  intransigencia, la intolerancia y la cerrazón mental. Mas si no soy patriota, si soy español por los cuatro costados, aunque no sea españolista.
De  ahí que no me considere miembro de una sociedad ni mejor ni peor, en esencia, que las demás europeas de rango equivalente”.

Y hace Azaña un canto a la libertad, a la concordia y al entendimiento entre Cataluña y el resto de España: " Gracias al catalanismo será libre Cataluña; y al trabajar nosotros, apuntalados en vosotros, trabajamos para la misma libertad nuestra y así obtendremos la libertad de España. Porque muy lejos de ser irreconciliables, la libertad de Cataluña y la de España son la misma cosa. Yo creo que ésta liberación no romperá los lazos comunes entre Cataluña  y lo que seguiría siendo el resto de España. Creo que entre el pueblo vuestro y el mío hay demasiados lazos espirituales, históricos, económicos para que un día enfangándonos todos, nos volviésemos la espalda como si nunca nos hubiéramos conocido. Es lógico que en tiempos de lucha establezcamos el inventario cuidadoso de lo que nos separa; pero será bueno también  que nos pongamos a reflexionar sobre lo que verdaderamente -no administrativamente- nos une”.

El discurso de Azaña sorprende e impresiona a sus oyentes contemporáneos, por la conjunción de ideas y propuestas nuevas, para entonces, sobre el tema del nacionalismo y la forma de entender España. Azaña se muestra como una de las mentes más claras al analizar parte de los problemas de la sociedad española, desecha el mero formulismo legalista, si ese legalismo, tan del gusto de los tiempos actuales por cierto, en que parece que para una parte importante de la izquierda el único mecanismo político de atención que conocen es el BOE. Pues bien Azaña en otro discurso algo posterior, del 13 de octubre de 1931, con motivo de la discusión sobre la laicidad del Estado Republicano dice: «Realidades vitales de España; eso es lo que debemos llevar siempre ante los ojos; realidades vitales, que son antes que la ciencia, que la legislación y que el gobierno... Nosotros debemos proceder como legisladores y como gobernantes y hallar la norma legislativa y el método de gobierno que nos permitan resolver las antinomias existentes en la realidad española de hoy; después vendrá la ciencia y nos dirá como se llama lo que hemos hecho.... " .

Ya en el Gobierno de la Republica hace Azaña gala de coherencia ideológica y de su compromiso con Cataluña y defiende su Estatuto en  las Cortes, el 27 de mayo de 1932. Todo el discurso es un magistral análisis político histórico y la forma en que la izquierda progresista de entonces (y la de ahora añadiríamos), se debe enfrentar al hecho plurinacional de Las Españas. Por su interés, en algún caso y desgraciada actualidad, en otros, transcribo alguno de los párrafos

La forma torpe, mezquina, de soluciones de cuentagotas, analiza Azaña, de enfrentar el problema catalán, que no hace sino llevar a los peores resultados, en sus palabras: “se adopto una política de paliar, de sobresanar la herida con medidas intermedias, sacadas con regateo y forcejeo, no siempre con pleno decoro del poder público. Esta política produjo los efectos más dañosos, porque no pudo contentar a nadie: a los catalanes, por la propia actitud de recelo, de desdén de obligarles a esa posición del que pide, del que amenaza, del que no sabe hacerse oír; y al resto de la opinión española … porque se la dejo una impresión dañosa y perniciosa cuyos resultados estamos tocando ahora, a saber: que las Cortes y los Gobiernos no eran dueños de  su libertad …ante las aspiraciones o las pretensiones de los catalanistas y que ningún Gobierno era dueño de resistir a la coacción política de los partidos catalanes. Éste fue el peor resultado de aquella política”.

Vuelve Azaña a analizar parte de las raíces y el contenido del nacionalismo españolista:
“ había un enlace profundo misterioso, preñado de consecuencias históricas  entre el prestigio de la Corona y la oposición irreductible  a transigir con el sentimiento autonomista … este enlace profundo se identificaba en la fidelidad a la Corona, con la unidad absolutista y centralista de España, y estos dos sentimientos se quería identificarlos con el patriotismo español”.

Y propone Azaña otra forma de enfocar España, su historia y el quehacer político: “¿Y ahora se pretende que sigamos…  con el unitarismo absorbente y de asimilación oponiéndonos a las querencias españolas más antiguas? Jamás, perseguimos con esta política (se refiere a la creación de autonomías) satisfacer viejas querencias y apetencias españolas que habían sido desterradas del acerbo del sentimiento político español por la monarquía absorbente y unitaria, y que son españolísimas, mas españolas que la dinastía y que la monarquía misma”.


Y todavía nos sorprende, a nosotros sus discursos, por la desgraciada vigencia que tienen ochenta años después y pasadas muchas aguas bajo el puente de la Historia: una terrible Guerra Civil, una brutal dictadura fascista, y treinta y tantos años de Régimen Democrático. Sustitúyanse los términos «Dictadura ", «leyes despóticas ", y algún otro por «medios afines a la derecha " o " rodillo de propaganda ", y muchos pasajes del discurso son  una descripción de la estrategia de la derecha actual con respecto al problema nacional.

Lo que si ha variado es la actitud de la izquierda, frente a iniciativas históricas como la firma de un manifiesto en defensa de Cataluña o el viaje de confraternización al que nos estamos refiriendo, la izquierda actual, se mantiene en una atonía, en una especie de electroencefalograma plano, que a ningún lado lleva, parece que se carece de ideas que defender y por las que movilizarse. Lo más que se les ocurre es hacer declaraciones rimbombantes sobre la necesidad de aceptar el fallo de un tribunal, que más parecen un grupo de tahúres cogiendo sitio para el juego. Los más audaces plantean introducir con todo tipo de añagazas legales modificaciones de rondón a las leyes, sin explicación, sin pedagogía, sin movilizaciones, que expliquen y convenzan de por qué se exigen determinadas cosas, con respecto al Estatuto de Cataluña y temas aledaños. No se trata de que se deba estar de acuerdo necesariamente con el Estatuto en su totalidad, ni mucho menos. Se trata de respetar a Cataluña y abrir una discusión viva entre la izquierda de lo que representa la articulación ¿federal?, de España.

Y ello se podía iniciar como hace ochenta años, con una magna reunión de catalanes, madrileños y otros nacionalistas que se quisieran unir a la iniciativa sin importar su procedencia, para llegar a puntos de satisfacción y concordia sobre el problema nacional y estatutario. Dudaba en las líneas anteriores si explicitar que debían asistir madrileños, pero creo que decididamente si. Para nuestra desgracia el Gobierno Autónomo de Madrid se está convirtiendo en el ariete de la derecha más ultramontana, que va por la senda del insulto y la descalificación de Cataluña siempre que se le brinda la oportunidad, y cuando no, también. Su portavoz, la inefable Esperanza, con una cuidada y preparada puesta en escena de chabacanería no da puntada sin hilo, recurriendo al supuesto enfrentamiento Madrid Barcelona, alimentándolo de forma artificial, presentando cualquier evento como una conspiración catalana contra Madrid, para quitarle sedes de empresas, vuelos, etc.

lunes, 25 de octubre de 2010

El mayor problema del Gobierno español


EL MAYOR PROBLEMA DEL GOBIERNO SOCIALISTA ESPAÑOL Y QUE LOS CAMBIOS DE ESTA SEMANA NO RESUELVEN
EL MAYOR PROBLEMA DEL GOBIERNO SOCIALISTA ESPAÑOL Y QUE LOS CAMBIOS DE ESTA SEMANA NO RESUELVEN
LAS CAUSAS POLÍTICAS DE LA CRISIS ACTUAL: LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS Y FISCALES DEL GOBIERNO AZNAR

Vicenç Navarro

Las derechas gobernaron España desde 1996 a 2004, plantando las bases para el desarrollo de la crisis económica y financiera actual. Bajo el mandato económico del Sr. Rato (que más tarde dirigió el Fondo Monetario Internacional), el gobierno Aznar implementó las políticas de reducción del gasto público, incluyendo gasto público social (iniciadas, por cierto, por el Sr. Solbes en 1993). Este gasto financiaba el escasamente desarrollado estado del bienestar, incluidas las transferencias (tales como las pensiones) y los servicios públicos del estado del bienestar (tales como sanidad, educación y servicios sociales, entre otros). Durante su mandato la tasa de crecimiento del gasto público social por habitante fue mucho más baja que la tasa de crecimiento de tal gasto en el promedio de la Unión Europea de los Quince, UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al nuestro). De ahí que el déficit del gasto público social de España con el promedio de la UE-15 se disparara. Además de estas políticas de austeridad de gasto público, incluyendo el social, otras políticas llevadas a cabo por el gobierno PP (con el apoyo de la derecha catalana CiU) incluyeron la reducción de los impuestos y el aumento de su regresividad; la desregulación del suelo (que facilito la especulación inmobiliaria); la desregulación financiera (que facilitó el desempeño de las actividades especulativas de la banca y de las cajas); la reducción de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional total (que condujo al enorme crecimiento del endeudamiento de las familias) y otras políticas bien documentadas en mi libro “El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias” (Editorial Anagrama, 2006). Durante su mandato, el partido conservador neoliberal, presidido por el Sr. Aznar, no aprovechó el notable crecimiento de la economía española (mayor que el promedio de la UE-15) para corregir el enorme déficit de gasto público social que España tenía con el promedio de los países de la UE-15. En realidad, cuando el gobierno Aznar terminó su mandato (2004), el déficit de tal gasto per cápita era 2.243 euros estandarizados (euros modificados para hacer comparable su capacidad adquisitiva en países de distinto nivel de vida), mucho mayor que cuando comenzó su mandato en 1996, 1.784. Este dato da una clara imagen de la escasa sensibilidad social de las derechas españolas.

CÓMO EL LIBERALISMO (EN REALIDAD NEOLIBERALISMO) SE INTRODUCE EN LA CULTURA POLÍTICA SOCIALISTA

Ahora bien, el impacto, incluso más negativo que tuvo el gobierno Aznar es que, como antes había ocurrido con otros gobiernos conservador-neoliberales, uno en EEUU (Reagan) y otro en Gran Bretaña (Thatcher), el gobierno Aznar cambió los valores del establishment español (el conjunto de instituciones financieras, económicas, mediáticas y políticas que configuran la sabiduría convencional del país), pasando a dominar la cultura politico-mediática del país. El neoliberalismo pasó a ser la ideología dominante del establishment español. Esta fue su mayor victoria. De manera tal que afectó y transformó incluso al mayor partido de la oposición, el PSOE. El discurso de tal Partido cambió sustancialmente, y ello en parte debido a una visión extendida en el equipo del candidato a las elecciones primarias del 2004, José Luis Rodríguez Zapatero, de que había que “centrarse” y “modernizarse”, lo cual significaba abandonar no sólo muchos de los principios de la socialdemocracia, sino también, incluso, la narrativa de esta tradición política. En la presentación de su candidatura en el año 2004, Zapatero habló en varias ocasiones de las clases medias, pero nunca, ni una vez, de la clase trabajadora (supongo que por temor a parecer “anticuado”). Y su filosofía económica quedó reflejada en el libro del que fue su asesor económico Jordi Sevilla, “De nuevo socialismo”, (Editorial Crítica, 2006), en el que se hacían afirmaciones tales como que el Nuevo Socialismo no debía ni aumentar los impuestos, ni subir el gasto público (ello dicho y hecho en el país que tenía y continúa teniendo una de las cargas fiscales más bajas y el gasto público más bajo de la UE-15). De ahí el slogan que guió la política fiscal del más tarde Presidente Zapatero anunciando que bajar impuestos era ser de izquierdas.

Con esta filosofía, el déficit del gasto público social de España con el promedio de la UE-15 se conseguiría reducir primordialmente a base del crecimiento económico (en lugar de políticas fiscales redistributivas). En realidad, Miguel de Sebastián (procedente del sector bancario), que pasó a sustituir a Jordi Sevilla como el mayor asesor económico del Presidente, fue incluso más allá que Jordi Sevilla negando que fuera un objetivo de la política fiscal de un gobierno socialista redistribuir los recursos en España, limitando la función redistributiva al capítulo de gastos públicos, en lugar del capítulo de ingresos. Es más, añadía Miguel de Sebastián que “el estado, tal como propone el Partido Demócrata estadounidense debe ser un estado dinamizador frente a un estado del bienestar o asegurador”. Conozco bien el Partido Demócrata de EEUU (habiendo vivido en EEUU durante más de cuarenta años), y me preocupó enormemente que esta postura se transformara en la guía económica del gobierno socialista (ver mi capitulo “El modelo del Partido Demócrata como propuesta para las izquierdas españolas: debate con Miguel de Sebastián”, en el libro citado anteriormente El Subdesarrollo Social de España). Pero esta alarma se transformó en una enorme frustración cuando a Miguel de Sebastián le sucedió en la Dirección de la Oficina Económica de la Moncloa David Taguas (también procedente de la banca) que había llegado a favorecer la privatización completa de la Seguridad Social (tal como había hecho el General Pinochet en Chile). Más tarde, Zapatero nombró a otro neoliberal, Miguel Ángel Fernández Ordóñez como Gobernador del Banco de España. Estos nombramientos reflejaban una filosofía muy próxima a la Banca (el poder fáctico más poderoso existente en España), que auguraban malos tiempos para el socialismo español y para España.

Ni que decir tiene que la Nueva Vía (tal como se definió la sensibilidad política dentro del PSOE liderada por Zapatero) no era la única dentro del PSOE. Ya en las primarias, otras sensibilidades existían. Una, era la continuista del aparato de Ferraz, representada por José Bono, con un nacionalismo españolista jacobino que, de ganar, hubiera significado tensiones continuas con los socialismos periféricos (y muy en especial con el socialismo catalán). De ahí su escasísimo apoyo en Cataluña, donde el conservadurismo y nacionalismo españolista, insensible a la pluralidad de España, ha sido siempre muy impopular.

La otra sensibilidad eran las izquierdas que tenían a su vez varias identidades que, pese a la debilidad en el aparato de Ferraz, tenía amplios apoyos en las bases y muy en especial entre los sindicatos y movimientos sociales. Fue determinante para la victoria de Zapatero, pues le prestó su apoyo para parar a José Bono, el candidato más popular en el establishment y en el aparato del partido socialista español, pero menos entre las bases. Zapatero, sin embargo, cuando ganó las primarias y las elecciones, no incorporó a nadie de las izquierdas (excepto Cristina Narbona en el área ambiental), marginándolas en su equipo, lo cual no quiere decir que no influenciara las políticas sociales (la Ley de la Dependencia fue fruto de sus presiones). Pero su influencia en las áreas económicas fue nula. La mayoría del equipo económico, tanto en el Ministerio como en la Oficina Económica en la Moncloa, no eran ni siquiera miembros del PSOE y eran de sensibilidad neoliberal próxima a la Nueva Vía, e incluso más extrema. Solbes, que había iniciado las políticas de austeridad del gasto público social en el periodo 1993-1996 (cuando el gasto público social por habitante descendió incluso en términos absolutos) hizo suyo el objetivo de evitar el aumento del gasto público a través de políticas fiscales redistributivas (en unas declaraciones a El País, indicó que el éxito del cual estaba más orgulloso en su mandato era no haber subido el gasto público (22.07.09), desalentando la aprobación y/o expansión de derechos universales). 

Según el credo de la Nueva Vía, el objetivo del socialismo era crear una igualdad de oportunidades para todos, facilitando el potencial que cada persona tiene, asegurándose de que el hijo de un trabajador no cualificado tuviera las mismas posibilidades en la vida que el hijo de un burgués (un objetivo que, al menos en teoría, lo suscriben la mayoría de tradiciones políticas, y no sólo la socialdemocracia). La característica definitoria de la socialdemocracia (socialismo en democracia) para alcanzar este objetivo había sido a través de políticas públicas redistributivas, incluyendo políticas fiscales progresivas. La socialdemocracia en Europa siempre sostuvo que no se puede conseguir la igualdad de oportunidades sin medidas redistributivas muy profundas. Al abandonar este principio, las propuestas del equipo económico se reducían prácticamente a proveer becas a las familias sin recursos, lo cual era necesario pero dramáticamente insuficiente.

Consecuencia de este marco teórico dentro del cual se movieron los equipos económicos del gobierno socialista, el gobierno Zapatero continuó las prácticas del gobierno Aznar, reduciendo los impuestos y aumentando su regresividad. Esta continua reducción de impuestos fue, sin embargo, la razón de que el déficit estructural del Estado aumentara considerablemente. Este déficit no se había detectado debido al elevado crecimiento económico, consecuencia primordialmente de la burbuja inmobiliaria, facilitada por las políticas neoliberales promovidas por el Banco de España cuyo gobernador, el Sr. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, nombrado por Zapatero, no sólo no vio venir (lo que varios economistas de izquierda sí vieron venir) la crisis, sino que con sus políticas estimuló su aparición. El nivel de incompetencia de tal Gobernador ha sido extraordinario, pues ha sido una de las autoridades más responsables de la crisis que España está sufriendo. La famosa frase de que la banca ha mostrado su gran solvencia gracias al Banco de España, no se sostiene en base a los datos. Solvencia no quiere decir que no haya bancos que se colapsen. Solvencia quiere decir que los bancos realizan su función de proveer crédito a empresas y ciudadanos. Y los bancos españoles son los que dificultan más el acceso al crédito en la UE-15. Hoy España está en el ojo del huracán financiero debido en gran parte a las políticas fiscales de los sucesivos gobiernos (Aznar-Zapatero) y monetarias y financieras (del Banco de España y del Banco Central Europeo).

EL AUMENTO DEL GASTO PÚBLICO SOCIAL: 2004-2008

El gobierno socialista durante este periodo cambió significativamente las prioridades presupuestarias, traduciendo una mayor sensibilidad social que la que había proyectado el gobierno conservador neoliberal del presidente Aznar. El gasto público social aumentó significativamente, en parte debido a la presión de las izquierdas, tanto dentro del gobierno (el equipo del Ministro de Trabajo dirigido por Luis Caldera) como fuera (IU, IC-V, ERC, BNG). Pero este crecimiento de gasto público social se basaba, tal como dije anteriormente, en el notable crecimiento del PIB más que en aumento de los impuestos y de su progresividad, siguiendo políticas redistributivas. En realidad se continuó la política fiscal de bajada de impuestos y aumento de su regresividad, que junto con las políticas del mismo signo seguidas por el gobierno Aznar, establecieron las bases para el déficit estructural del Estado español. Cuando el crecimiento económico dejó de existir, el déficit real del estado apareció en toda su intensidad. Es más, la regresividad del sistema fiscal explica que un descenso relativamente menor del PIB (uno de los más bajos de la UE-15) se tradujera en un disparo del déficit tan elevado, y ello como consecuencia de que la mayoría de los ingresos al estado proceden de las rentas sobre el trabajo. De ahí que cuando el empleo baja, se dispara el déficit público. Y ahí está la raíz del problema que el gobierno no se atreve a enfrentar, pues significa cambiar 180º las políticas económicas y fiscales que ha ido haciendo estos años y que las derechas continuarán si gobiernan de nuevo. Se requieren reformas, incluidas las fiscales, muy sustanciales que enfrentarían al gobierno con los poderes fácticos, incluida la banca. Entre estas medidas estaría el convertir las cajas en bancos públicos, tal como ha propuesto ATTAC.

Ni que decir tiene que este cambio de políticas (exigido por la exitosa Huelga General) es poco probable que se haga por el gobierno Zapatero, y ello no porque no existan alternativas (que las hay, y los sindicatos y las izquierdas, tanto dentro como fuera del PSOE, las han señalado con propuestas concretas, específicas y realizables), sino porque requiere un cambio muy sustancial del pensamiento económico del gobierno, rompiendo con la Nueva Vía y con el socioliberalismo. La composición del equipo económico (que hoy llega incluso a alabar a las propias agencias de valoración de bonos oponiéndose al establecimiento de una agencia europea de evaluación de bonos, presentándose como la mejor aliada –junto con el gobierno británico- del capital financiero) hace esta posibilidad imposible. Es el dominio del dogma sobre la razón. 

Y ahí está el mayor problema de Zapatero. Su filosofía de Nueva Vía le ha hecho enormemente vulnerable al neoliberalismo promovido por el establishment europeo, aceptándolo como inevitable. De ahí la necesidad de movilizarse –tal como están haciendo los sindicatos- no sólo para hacer cambiar estas políticas que nos están llevando al desastre, sino incluso más importante, para salvar la democracia en España, pues es inaceptable que hoy el gobierno español, haga lo que el gobierno Aznar hizo antes, imponer políticas impopulares utilizando el argumento de la inevitabilidad de las medidas, refiriéndose ahora a las exigencias de los mercados financieros como antes Aznar se refirió a la necesaria integración de España a la Unión Europea y a la Eurozona. La evidencia ha mostrado que España podría haberse integrado en la UE y en la Eurozona de otra manera (subiendo, por ejemplo, los impuestos, en lugar de bajarlos). Hoy, el mayor problema que tiene España es el elevado desempleo y escaso crecimiento, no el elevado déficit. El equipo económico de Zapatero considera este último el objetivo prioritario. No sólo no lo es, sino que el intento de reducirlo intensamente a base de reducir el gasto público está dañando la economía española.

EL FALSO DEBATE SOBRE EL POST-ZAPATERISMO

Una última observación: una de las características que me impresionó más desfavorablemente de la cultura política y mediática española cuando volví de mi largo exilio, fue la definición de corrientes y sensibilidades políticas por el nombre de las figuras política a las que se atribuía la capacidad de representarlas. Aparecían, así, expresiones como guerristas, borrellistas, zapateristas, bonistas, y un largo etcétera. Nunca en Suecia, Gran Bretaña o EEUU (países en los que viví), las sensibilidades se han definido en los medios de esta manera, pues conlleva una visión ofensiva al concepto de democracia, que reduce la política a la competitividad entre personajes de la política. Y aun cuando esta competitividad interpersonal puede, como es lógico, existir, tal manera de definir las sensibilidades políticas es profundamente injusta hacia las personas que se identifican con tales sensibilidades, pues se las reduce a seguidores del personaje que define la corriente. Y es también injusto para el propio personaje, pues le da una excesiva responsabilidad que no tiene y espero que no desee.

Esta reflexión viene al caso sobre la discusión del post-zapaterismo, como si el debate se centrara en la figura de Zapatero.- De esta manera se están consumiendo gran cantidad de páginas y horas de tertulia sobre el futuro del Presidente, lo cual es bastante irrelevante. Y digo irrelevante, no como señal de menosprecio a la figura del presidente Zapatero (al cual tengo gran respeto), sino al hecho que al centrarse, de nuevo, en una persona, no se analiza lo que es más importante: la sensibilidad política que el Presidente representa y que está implícita en sus políticas desde sus inicios, y que significa una visión y unos intereses que quedan ignorados en este énfasis personal de la política. Pero no se resolverá la situación económica de España si se cambia una persona o varias personas (como el cambio de gobierno que tomó lugar esta semana) a no ser que se cambien sus políticas. No concuerdo con la crítica que se hace constantemente al Presidente Zapatero de excesiva volatilidad y cambio de políticas. Todo lo contrario, el Presidente, en lo esencial y estructural, ha sido de una enorme coherencia y sus planes respondían al planteamiento de una sensibilidad político-económica bien reflejada en su equipo y que, era la versión española de una sensibilidad existente y dominante en el centro izquierda europeo –el socioliberalismo o Tercera Vía- que nos ha llevado al lugar donde estamos, con el colapso de los partidos socialdemócratas en este continente. Y este socioliberalismo es hoy dominante en el establishment del PSOE. De ahí que los cambios necesarios para salvar al PSOE (y a España) sean mucho mayores de lo que se discuten y prevén. A no ser que el PSOE recupere su compromiso con la universalidad y extensión de derechos sociales, laborales y económicos, alcanzados a base de políticas fiscales redistributivas (que requerirán enfrentamientos con poderes fácticos) que corrijan los enormes déficits sociales que España tiene (el gasto público social por habitante continúa siendo el más bajo de la UE-15) el socialismo español no se recuperará.
Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University