![]() Sólo falta que privaticen a los Ejércitos, como ya se ha iniciado por los Estado Unidos, privando así a los Estados de la columna vertebral que les permite navegar sin hundirse en aguas procelosas. Como dijo Ortega y Gasset “debe un pueblo sentir su honor vinculado a su ejército, no por ser el instrumento con que puede castigar las ofensas que otra nación le infiera: éste es un honor externo, vano, hacia afuera. Lo importante es que el pueblo advierta que el grado de perfección de su ejército mide con pasmosa exactitud los quilates de la moralidad y vitalidad nacionales. Raza que no se siente ante sí misma deshonrada por la incompetencia y desmoralización de su organismo guerrero, es que se halla profundamente enferma e incapaz de agarrarse al planeta”. En la misma obra razona: "medítese un poco sobre la cantidad de fervores, de altísimas virtudes, de genialidad, de vital energía que es preciso acumular para poner en pie un buen ejército. ¿Cómo negarse a ver en ello una de las creaciones más maravillosas de la espiritualidad humana? La fuerza de las armas no es fuerza bruta, sino fuerza espiritual". Muchas veces se olvida, como señaló Bedell Smith que: “raramente ha sido capaz la diplomacia de ganar en la mesa de conferencias lo que no ha podido ser ganado conservado en el campo de batalla”.Sin Ejércitos la humanidad está advocada a la barbarie. La desnaturalización de los Ejércitos ya empezó con la eliminación por los gobiernos conservadores del servicio militar obligatorio, institucionalizando un Ejercito profesional integrado mayoritariamente por soldados pertenecientes a las clases sociales depauperadas, en busca de un puesto de trabajo que les niega el mercado o de un permiso de residencia en los Estados Unidos, y desvirtuando la noble vocación militar y el sublime sentimiento del patriotismo que justifica y dignifica a los Ejércitos. El fin último del totalitarismo del mercado es privatizar los Ejércitos para ponerlos al servicio de sus intereses, y no al servicio de sus Patrias, sin el cual carecen de sentido. Un ejército sin virtudes militares, sin honor, sin héroes, sin valor, se convierte en una banda de mercenarios, cuando no de asesinos a sueldo. Entonces el Gran Hermano orweliano del mercado habrá destruido a los Estados y sometido a los pueblos a nuevas formas de esclavitud, si no lo remedia la inaplazable reconstrucción de un nuevo socialismo global que sustituya a una izquierda testimonial dividida, políticamente profesionalizada, y a un sindicalismo multifraccionado y burocratizado, que pierden el tiempo con discusiones bizantinas acerca de si son galgos o podencos, y se conforman con la migajas que les da el poder económico, abandonando a su suerte a los pobres del mundo. Publicado en San Borondón 11-12-2010 |
Este blog está destinado a poner de manifiesto las disfunciones y colectivos perjudicados, cuando se aplica una política ultraliberal en economía, confiándolo todo a la mano invisible. Esta política, típica de las derechas está contagiando cada vez más a ciertos sectores de izquierda.