Joaquín Leguina
Lunes, 18 de julio de 2011 (mal día y mal mes para la lírica). El periódico de Prisa (¿o ya es de Berlusconi o, quizá, de Liberty?) lanza una andanada (dos cañonazos) desde el editorial con arranque en primera y desde “La cuarta página” en un artículo del consejero delegado y académico de la lengua, el Excelentísimo Señor D. Juan Luis Cebrián. Las dos descargas y su ruido debieron dejar patidifusos a los habitantes (y habitantas) del palacete de La Moncloa al comprobar que la última puñalada siempre la propina la daga de Marco Bruto (recordatorio histórico: ese edificio de La Moncloa sirvió durante la batalla de Madrid –noviembre de 1936–
de cuartel general a Kléber, un militar de las Brigadas Internacionales. Kléber era el nombre de un revolucionario francés del siglo XVIII que fue adoptado por el ruso Manfred Stern durante la guerra de España. El edificio quedó destruido en noviembre de 1936 y se reconstruyó en la posguerra con materiales de dudosa calidad).
Volviendo a lo que iba. El editorial (“Final de ciclo”) y el artículo (“Esta insoportable levedad”) no tenían desperdicio, tal y como muestran las perlas siguientes:
Del editorial:
“Más allá de la impotencia de Europa para solventar sus problemas, la pérdida de confianza en la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero parece irreversible y el creciente escepticismo sobre la gobernabilidad española en las circunstancias actuales amenaza con acrecentar nuestros males. La crisis no es solo económica, sino también, y acaso sobre todo, política”.
“Hace ya mucho que las respuestas del presidente del Gobierno a los desafíos a los que se enfrenta España apenas merecen crédito alguno por parte de los ciudadanos”.
“Aún peor: su incapacidad en la gestión, los magros resultados de las reformas apenas incoadas, más el lastre y la impotencia de una legislatura agónica auguran un deterioro imparable al que resulta imprescindible poner fin cuanto antes”.
De Janli Cebrián:
“La pérdida de confianza en la gestión del actual presidente del Gobierno es clamorosa dentro y fuera de España. Es imposible suponer que de una legislatura como la que hemos padecido se derive ya ninguna de la las soluciones que los ciudadanos reclaman. El deterioro preocupante del partido en el poder amenaza con desequilibrar el futuro inmediato de nuestras instituciones políticas”.
Y ahora un recuerdo que aquí viene al pelo. Algo que escribí en la página 502 de mi última novela (algo autobiográfica) La luz crepuscular.
Helo aquí:
“Al abrirse el congreso (año 2000) en el edificio que Bofill había levantado en el Campo de las Naciones de Madrid escuché los discursos de los candidatos desde la última fila del patio de butacas. Delante de mí se sentaba una granada y veterana representación del periodismo de opinión. Adscritos, todos ellos, al grupo Prisa. Cuando Zapatero concluyó su discurso de vino y rosas, aquellos veteranos se levantaron de las butacas y se pusieron a aplaudir como locos al joven “salvador”, parecía que estuvieran poseídos por el Espíritu Santo y acabaran de asistir a la Inmaculada Concepción... Tiempo tendrían de arrepentirse.
Como bien se ve, ya se han arrepentido… y todo el PSOE parece vivir ahora en el arrepentimiento, aunque sin dolor de corazón ni sombra de autocrítica, pero, eso sí, con propósito de enmienda. En efecto, ya lo ha dicho el candidato, Alfredo P. Rubalcaba: “Es el momento de rectificar algunas cosas”. ¿Cuáles?
La respuesta nos la da un izquierdoso inteligente, José Manuel Naredo:
“Así, tras haber denegado desde el Gobierno las propuestas de reforma del sistema electoral, se declara al fin partidario de reformarlo. Tras alardear el Gobierno de Zapatero de connivencia con los banqueros y tras no haber escatimado ayudas a la banca, Rubalcaba se ha permitido amenazarla en su discurso con “una tasa sobre los beneficios para crear empleo”. Tras haber eliminado el Impuesto de Patrimonio, Rubalcaba propone ahora la creación de uno nuevo “sobre las grandes fortunas”.
Tras haber mantenido la reducida fiscalidad de las Sicav y de otras empresas instrumentales que facilitan la evasión legal de los más adinerados, declara su intención de “acabar con los paraísos fiscales”. Tras haber alimentado durante largo tiempo un modelo inmobiliario que promovió por toda la geografía la cultura del pelotazo (recordemos que el PSOE fue el artífice de la mismísima Ley Reguladora de la Actividad Urbanística de Valencia de 1994, que entronizó la figura del “agente urbanizador”, y que no apoyó los informes de la UE que cuestionaron el urbanismo valenciano) propone “controles previos de los planes urbanísticos para evitar la corrupción”…
Semejantes bandazos podrían devolver al PSOE apoyo electoral, pero también quitárselo en la medida en la que la mayoría de la gente considere que su discurso no es franco.
Claro que a los reproches de Naredo se puede responder con un par de sentencias o refranes castellanos (que sirven para un roto y también para un descosido): “De sabios es rectificar” o “Nunca es tarde si la dicha es buena”.
Mas sea como sea, la única pega que quien suscribe tiene ante lo que dicen Rubalcaba y los de El País es lamentar que sus propuestas y reflexiones hayan llegado con once años de retraso. En efecto, como ya dijo (por teléfono) D. Miguel Gila, “lo que no cae por la ley de la gravedad acaba haciéndolo por su propio peso”.
Y termino: los británicos sostienen que es de mala educación soltarle en la cara a alguien que ha errado una frase como ésta: “Ya te lo había dicho yo”… pero como yo no soy británico, me puedo dirigir desde estas páginas a tutti quanti me han llamado de todo (traidor, vendido, resentido, facha, pesetero…) por osar criticar al líder máximo (e intocable) y decirles a esos insultadores ahora, cuando El País se acaba de caer del guindo: “¿Qué? ¿No os lo había dicho yo?”.
Publicado en El Siglo