Julio Rodríguez López (25 a 26 de marzo de 2012)
El resultado de las elecciones regionales de Andalucía del domingo 25 de marzo ha sido, antes que nada, sorprendente. Las previsiones de las encuestas, las noticias sobre el desarrollo del juicio de los ERE en pleno periodo electoral apuntaban hacia una victoria clara del Partido Popular y de su candidato eterno, Javier Arenas.
El resultado en cuestión, del que se deriva que puede gobernar en Andalucía una coalición PSOE-IU, podría indicar que una parte significativa de la opinión pública recela de la política social del gobierno del PP. También pueden provocar reservas las formas políticas que está evidenciando el actual gobierno, en el que andan sobrados de ideología liberal y de descalificaciones a cuanto se mueva en contra de sus planteamientos socioeconómicos. Por otra parte, las reservas europeas a la política presupuestaria de Rajoy resultan evidentes.
El que una parte del voto de izquierda se haya desplazado en Andalucía a Izquierda Unida también puede revelar que hay ciudadanos que opinan que los socialistas se han escorado en exceso hacia posiciones en exceso posibilistas, renunciando en buena medida al reformismo que debió de impregnar mucho más su gestión pasada.
El resultado electoral también puede implicar que el próximo gobierno de Andalucía no tiene porque resultar marcadamente continuista con lo que ha sido la gestión de los socialistas en tiempos de mayorías absolutas ya pasados. El aumento del voto a Izquierda Unida, el desplazamiento hacia la izquierda del voto popular, debería contribuir a reforzar el reformismo del gobierno andaluz. Se debe de trabajar sobre todo para que esta autonomía llegue a tener una base productiva más solida, luchando para que tengan un mayor peso actividades productivas con mayor posibilidad de competir en el marco globalizado actual.
La idea repetida de Arenas de que Andalucía vale como una inmensa ciudad dormitorio de europeos resulta a todas luces empobrecedora del potencial de la economía andaluza. El aprovechamiento pleno de las posibilidades turísticas de Andalucía no está reñido con la necesaria potenciación de otras actividades.
Una advertencia a la política socioeconómica del PP, un recordatorio al PSOE de que un partido socialdemócrata debe de ser, antes que nada, reformista, y un rechazo al anuncio de Arenas de centrar su política económica y urbanística solo en el “turismo residencial” son algunas de las lecciones de la jornada electoral del dia de la Encarnación de 2012.